Los cuentos suelen terminar de esta manera: “se casaron y vivieron felices para siempre”, pero en los hechos, esta concepción del amor romántico fue para Cintia una dañina manera de vivir con quien decidió formar una familia.
“Me asumo como una mujer muy emocional que creció con la idea de tener una familia tradicional, con hijos. Mi relación tuvo un noviazgo corto, no hubo tiempo de conocernos a fondo y él se mostró como una persona atenta, tenía detalles que no esperaba como regalarme una rosa y muchas cosas en las que se empeñaba en hacerme creer que era importante y quería lo mejor para mí”.
Al inicio, las muestras de violencia y control sobre ella se dieron de una manera sutil, imposibles de identificar como tal. “Comenzó con tomar decisiones sobre mí: me decía: ¿por qué no te vistes de esta manera? Una mujer recatada no usa el vestido arriba de la rodilla, yo lo veía como una sugerencia”.
Con el paso del tiempo el nivel de control fue aumentando. “Me llevaba al trabajo, me recogía, manejaba mi coche para que supuestamente tuviera más comodidad y con eso me controlaba horarios de entradas y salidas. Las cosas se complicaron cuando tuvimos un hijo”.
Cada vez, el esposo de Cintia buscaba imponer un comportamiento acorde a su gusto.
Cuestionaba el hecho de que ella trabajara, de que decidiera salir a tomar un café con sus amigas. “Me decía ¿no me quieres o no quieres estar conmigo? Poco a poco me fue aislando para que no necesitara a otra persona que no fuera él. Me acompañaba a todos lados y eso hizo a que mis amigas empezaran a ver que algo estaba pasando”.
Al mirar hacia atrás, Cintia, quien todavía se encuentra en un proceso de recuperación emocional, ha logrado reconocer y nombrar todos los tipos de violencia que enfrentó en aras del amor romántico, aquél que exige sacrificio, dolor y sufrimiento.
“Yo justificaba su actitud, hubo momentos de alarma que pasé por alto en la idea de: me quiere, lo hace por mi bien. En una ocasión por casualidad me encontré en la calle con un amigo, quien me saludó de una manera muy efusiva. Aquello fue un pleito porque me dijo que yo daba entrada a que las personas me trataran como puta. Yo debí haber puesto un alto, pero no lo hice, al contrario, pensé en que debía cambiar mi comportamiento, poner de mi parte para que las cosas funcionaran”.
Cada día que pasaba la violencia crecía hasta que durante una discusión Cintia fue golpeada. “Eso hizo la situación insostenible y decidí denunciarlo”.
Desde el concepto del amor romántico
Angélica Ayala, integrante del Grupo de Estudios Sobre la Mujer (GESMujer) Rosario Castellanos explica que el amor romántico, es el resultado de un aprendizaje social en el cual a las mujeres se les enseña a depender emocional y económicamente de un hombre, “es un aprendizaje de género, porque aunque afortunadamente los tiempos van cambiando, desde la infancia los cuantos que se les leen a las niñas son historias de amor, de princesas que esperan a un príncipe azul con quien se casarán y serán felices por siempre”.
Pero además, agrega, el amor romántico sostiene la idea de que para obtener y preservar el amor es necesario hacer sacrificios y soportar maltratos como una manera de demostrar amor verdadero.
¿Cómo afecta esta visión del amor romántico a las mujeres?
Es una de las principales barreras con la que nos enfrentamos para promover relaciones igualitarias, pues al abordar el empoderamiento de las mujeres, es decir que reconzcan sus capacidades y desarrollen su potencial nos encontramos que para algunas de ellas el tener una pareja es el objetivo central de su vida y además, a través de las historias de amor que vemos en el cine y televisión se refuerzan las ideas de que el amor todo lo puede, de que el amor duele, que el amor es sacrificio y que ser feliz sólo se logra si se tiene una pareja.
¿En qué áreas de la vida de las mujeres impacta más la concepción del amor romántico?
En casi todas las áreas, pues en nombre del amor hay mujeres que abandonan sus proyectos personales, laborales, educativos porque en la sociedad también se les presiona a elegir entre la vida personal y el desarrollo profesional, lo cual es una inequidad de género. En el tema de la violencia, las mujeres viven desde la emocional, sexual, física o económica. Piensan que “su amor los hará cambiar, pero esto no sucede, al contrario, una violencia que no se detiene a tiempo tiende a hacerse más grave.
Si no es a través del amor romántico, ¿hay otras formas de amor que contribuyen a relaciones igualitarias?
Otra forma de amar si es posible, sin dependencias económicas, emocionales, sociales, un amor basado en la libertad y el gozo de saber que se respetan sus emociones, cuerpos y formas de disfrutar la vida.