A pesar del esfuerzo que se ha hecho por visibilizar y promover los derechos de las mujeres indígenas, en México y en Oaxaca existen todavía vacíos que impiden el acceso pleno a la salud, la educación, la participación política y el ejercicio de otros derechos, situación que se agrava por la falta de perspectiva de género y visión intercultural por parte de las instancias que están obligadas a vigilar el cumplimiento de dichos derechos.
En Oaxaca habitan 15 pueblos indígenas (Amuzgos, Cuicatecos, Chatinos, Chinantecos, Chocholtecos,
Chontales, Huaves, Ixcatecos, Mazatecos, Mixes, Mixtecos, Nahuas, Triques, Zapotecos y Zoques) reconocidos por la Ley de Derechos de los Pueblos y Comunidades Indígenas. De acuerdo al Censo 2010 de INEGI, la entidad cuenta con 3 millones 801 mil 962 habitantes, de los cuales 1 millón 203 mil 150 personas mayores de 3 años son hablantes de una lengua indígena, lo que representa el 31.6%, siendo mujeres el 53% de esa población, es decir 638 mil 848 personas.
Para ellas la forma de manifestación de la violencia son diversas, desde las que se cometen en el nombre de la tradición de la cultura en que viven o por parte del Estado; la violencia doméstica; los conflictos armados y militarización; la migración y desplazamiento, y hoy en día más frecuentes también los relacionados con su salud sexual y reproductiva.
Las mujeres indígenas representan las proporciones más altas de analfabetismo y de menor escolaridad. De acuerdo a las cifras del ENSANUT 2012, entre 2006 y 2012 se incrementó la brecha de escolaridad de la población indígena y no indígena, de 0.4 años a 2.8 años.
La distribución por nivel socioeconómico muestra que 60% de la población indígena se ubica en el quintil I en 2006 y 2012, lo que muestra una persistencia en una estructura social desigual, ésta situación para las mujeres indígenas es mayormente desigual.
Fueron ese tipo de cifras que con los años poco han cambiado a favor de las mujeres, pero sobre todo la diversidad pluriétnica en Oaxaca y la necesidad de comprender las distintas formas y realidades de las mujeres que conforman los pueblos originarios, lo que llevó al GESMujer a iniciar desde 1992 la investigación de las costumbres y tradiciones en las que las mujeres indígenas basaban su vida, sus ciclos de vida, la forma en que vivían sus derechos e incluso las formas en que se violentaban éstos.
A partir de ello el GESMujer ha impulsado varios proyectos como el de “Nuestras vidas compartidas”, “Paso a paso cuida el embarazo”, “Hablando se entiende la gente”, el Fondo de Becas “Guadalupe Musalem” y actualmente el Diplomado en Liderazgo y Gestión Comunitaria, experiencias que permiten reafirmar la necesidad de entender y asumir que las mujeres indígenas son parte de nuestro estado y son una colectividad que aún no ejerce a plenitud toda la gama de derechos que las instituciones y la sociedad están obligadas a garantizarles.